sábado, 17 de julio de 2010

Pereza me da verte.

Buscas emociones que despierten tus sentidos. Hacer cosas que nadie entienda. Llegar a ser Satanás o la Cenicienta. Encontrar el vicio desde el principio y hasta el final. Ser fácil y admitirlo. Sentarte en unas escaleras sin más. Hablar sola y comer mal y llegar a desesperar en el momento en el que piensas que los pies y el calor te van a hacer explotar. Respirar hondo porque te falla la voz y volver a coger aliento para seguir saltando. Que te miren con cara extraña y que tu sigas sin apartar la vista de lo realmente emocionante y único que sucede delente de tus ojos, o por lo menos a unos cuantos brazos de distancia.

Llegar hasta el punto de besar el suelo por algo que te vuelve loca, por llegar a tener un piso en las alturas y llegar a ser esa que pone a la peña de pie. Que zarpe el barco, subir y empezar otra vez de cero. Acabar buscando algo en un bar, una calada o algo que me haga trasnochar, para finalmente pensar que algo malo vendrá detrás, aunque al escuchar sirenas me de por dormir en un portal y hacerlo lento, muy lento.
Porque no quiero nada, nada más. Porque me sobra respirar.

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