martes, 30 de noviembre de 2010

Come back, Berlín.

Se me hizo irresistible el aereo orange-juice y temblé a veces cuando me entró miedo. Recé por mi, por ti y por todos, pero el mariposeo estomacal me transportó hasta por encima de lo alto del cielo. Volé incluso más alto que mis expectativas y fue ahí cuando decidí agregar un lugar más a nuestra lista. Me faltó esa panorómica al descender. Landing, ponía en el papel.
Pisar tierra fierme. Sengre bohemia empezó a correrme por las venas. Soy demasiado joven para ésto, me dije. Pero me mentí. Soy demasiado joven para vivirlo sin ti, rectifiqué. Y acerté. La gente, sus calles, la luz sin luz. El frío, la niebla, los barcos insurcables. La historia. Su historia. Era todo palpable. Ardía en uno todos los sentidos. No entendí por qué, pero supe que su resentimiento y melancolía me sostenía en un estado de aquilibrio. Estaba a gusto. Con mi persona y con lo que me rodeaba. Es una vida de locos.
El muro, el sol poniéndose tras Alexander Platz a las 4.00 de la tarde, travesías por la isla de los museos, la impaciente navidad y su pista de patinaje, las galerias o el típico Hard Rock Café. El que fuera la primera vez que tomaba mi comida de noche, hacía alterar mi reloj. Padecía de miedo y sueño las 24 horas. No tuve remedio y noté cómo mi barriga ensanchaba al hacerme con toneladas de Swiss chocolate.
Ahora déjame imaginarte conmigo e imagíname allí contigo. Hablemos de lo que haremos en nuestro próximo viaje. Los trenes, souvenirs, postales, fotos, vistas, recuerdos...


Que a donde quiera que vaya, tú estés.

sábado, 13 de noviembre de 2010

You are everything to me, too.


Entra en estado de desequilibrio, vuélvete loca, plantéate si existe algo así en el mundo, deja que las pupilas se te dilaten, aguanta la respiración por un momento y empieza a comerte las uñas, incluso deja notar como se te pone la piel de gallina de pies a cabeza, pero solo hasta que pueda seguir con mi respuesta. Siempre consigues hacerme llorar. Será porque te quiero.