jueves, 30 de agosto de 2012

Pide mesa para dos en París y espera a que pase.

París por antonomasia. La ciudad de las luces y la de los amantes para muchos. Ese ambiente bohemio que te incita a danzar en plena calle. Cafeterías aristocráticas y compras un libro en la primera librería, que suele ser la más apartada e interesante. Los hombre con pinta de marineritos esperan en cada esquina y los que no, lo hacen en el parque, con su pelo moreno engominado hacia atrás y mirada fulminante.
Amores; de un día o de dos. Parisinas dispuestas a amar y franceses que te invitan a un gâteau au chocolat con parfait de naranja sanguina
Al fin y al cabo, amores ANTIconvencionales, que al igual que muchos hombres encuentran su pasión en los automóviles, el francés medio no se impresiona ante lemas publicitarios como "Mini, it's like falling in love" porque prefieren hacer el amor con las mujeres que con los coches.
Ve a Francia. Ve a París. Sube a lo alto de la Torre Eiffel y enamórate; por solo unos días, unas horas bastan. Tempranea con la brisa acariciándote la piel y vuelve. Siempre vuelve... a repetir.