Hubo un tiempo en el que fuimos amables, en el que el mundo parecía una canción emocionante, en el que abrigábamos nuestros sueños bajo las sábanas y parecían no olvidarse. Aunque las voces a veces huyen, ya se sienten distantes y te ves incapaz de afrontar una batalla más. Pero los sueños nunca son lo que parecen, y el tiempo se convierte en pena, las olas se calman, deslumbran los rayos de sol y despiertas como cualquier día. Nada por nada te habías jugado y al fin y al cabo era nada que perder.
Los contextos se transforman en amigos olvidados.
Vuelve a casa, se acabó la revolución.
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